San Sebastián, patrón
de Cobos de Segovia, era un soldado romano. Se desconoce su
fecha de nacimiento, pero se sabe que ingresó en el ejército el
año 269 y fue ascendiendo en tiempo de los emperadores Diocleciano
y Maximiano hasta que le confiaron el mando de la primera cohorte
y fue agregado al cuarto militar del emperador. Al ingresar en el
ejército era ya cristiano; pero tal como iba ascendiendo tenía más
libertad de movimiento, por lo que se empleó a fondo en ayudar a
los cristianos que eran perseguidos y finalmente sufrían el
martirio.
Su valentía y generosidad le granjeó importantes conversiones,
pero también la ira de Diocleciano, que lo hizo ejecutar atándolo
a un árbol y haciéndolo asaetear por los arqueros de Mauritania.
Hizo que dejasen allí su cadáver para que fuese pasto de hienas y
buitres. Pero fue por la noche a recogerlo una piadosa viuda
llamada Irene, para darle sepultura; y resultó que todavía estaba
vivo, por lo que se lo llevó a su casa y le curó las heridas.
Una vez repuesto, se presentó Sebastián ante el emperador en la
grada del templo de Heliogábalo. Éste, irritado, le hizo apalear
hasta que expirase y mandó tirar su cuerpo a la cloaca Máxima.
Santa Lucina, una piadosa matrona romana, recuperó el cuerpo en el
Tíber y le dio sepultura en las catacumbas. Sus reliquias fueron
tenidas en gran estima.
La iconografía que lo representa es copiosísima, quizás porque era
uno de los pocos temas religiosos que permitían a los artistas
recrearse en un cuerpo desnudo. La Iglesia celebra su fiesta celebra el 20
de enero. |
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Imagen
de San Sebastián de Cobos de Segovia. |
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